miércoles, 24 de julio de 2013

Las ardillas de Central Park están tristes los lunes (Katherine Pacol)

Aunque no se hubiera tratado de la tercera parte de la trilogía, este libro había que leerlo por el título. Pienso de verdad que los escritores deberían dedicar a veces más tiempo a elegir los títulos: son los que nos incitan a leerlos o a dejarlos de lado.

¿Y qué más tiene el libro? Pues... muchísimas páginas. Es larguísimo aunque se lee muy bien, la verdad. Pero, aun siendo tan largo, el final es demasiado rápido para mi gusto. La autora, en los tres libros, dedica muchísimos esfuerzos a los detalles, y lo hace muy bien. Eso hace que conozcamos maravillosamente bien a los personajes, sus casas, sus lugares de trabajo, su entorno, su todo. Pero, claro, cuando vas por la página 998 y sabes que aún quedan cosas por resolver te planteas la siguiente pregunta: "¿Y qué va a hacer ahora?" Porque, por supuesto, sé que de momento no hay otro libro más... Y lo que hace es acabar un poco peor de lo que a mí me habría gustado. ¡Qué le vamos a hacer!

Estoy segura de que le habría dado para otro libro porque hay muchas historias que quedan inacabadas... La de la portera, la de su libro, la de su madre, la de Chaval y la trompeta, la del padre de Gary... Aunque, claro, hay que tener en cuenta que hay que confiar mucho para pensar en que los lectores se van a tirar en plancha a comprar la cuarta entrega...

Es un libro genuino de playa. Como decía antes, cuida muchísmo los detalles y las descripciones y eso hace que el lector disfrute y saboree muchas cosas. Los personajes son estupendos. Ya los conocemos de los otros libros y ahora los podemos disfrutar desde el principio porque ya no hay que dedicar tiempo a saber si nos caen bien o mal.

A mí, Junior sigue cayéndome fatal, no lo puedo evitar. Es un poco mejor que en el segundo libro pero es un repelente. Y la portera me sigue cayendo fenomenal pero la autora apenas le presta atención. Me habría gustado que siguiera un poco más su historia personal.

El personaje de Hortense es curioso. No sé muy bien a qué atenerme con ella. Eso sí, se piense lo que se piense, es una muchacha rompedora. Me encantaría ser como ella: se pone un paño de cocina por la cabeza y un pantalón viejo de chándal y crea tendencia. Hay gente que nace con ese don y a mí, en el reparto... me tocó poquito de eso.

Sin duda ninguna, me personaje favorito es Gary. Es uno de los pilares de la historia sin necesitar salir demasiado. Es un muchacho fantástico y es el que nos explica por qué están tristes los lunes las ardillas de Central Park. Yo estaba como loca por saber la razón del título y me ha gustado cuando lo he localizado.

Con este libro he cometido el error de no tomar nota de las citas interesantes mientras lo iba leyendo (cosas de estar en la playa y la piscina) así que no puedo dejar ningún comentario como colofón. Tampoco es muy grave porque la verdad es que no había muchas citas interesantes. Sí hay algunas de pintores, modistos  o actores, pero esas no cuentan.

En resumen, un libro, largo, cómodo de leer y sin controversias psicológicas. Bastante recomendable para el verano, para dejar en casa los problemas de trabajo.

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