jueves, 9 de enero de 2020

El cuaderno de las flores (Kayte Nunn)

Empezamos año... no quiero hacer el propósito de llevar al día las reseñas porque sé que no voy a hacerlo... No es que no quiera, es que no me da la vida... Siempre hay alguna cosa que hacer que no sea sentarme a preparar una reseña... Pero lo voy a intentar.

Y este ha sido el primero del año. Está bien... Se puede leer, se pasa un ratito agradable. A mi modo de ver, se queda "cojo" en algunos momentos. Entra en muchos detalles para algunas cosas y en otras nos deja sin saber ni por qué ni por qué no pasan las cosas. Pero es entretenido.

2017 - Anna acaba de heredar una casa de su abuela Gus: "Su abuela la había nombrado única heredera de esa vivienda, la casa adosada de dos plantas en la que había nacido, ciudado de una familia y fallecido". Mientras lleva a cabo unas reformillas, se encuentra una caja en el hueco de una pared. En la caja hay un diario y un cuaderno en el que hay unos dibujos maravillosos de plantas que no parecen oriundas de Australia. Y Anna lo sabe porque ha estudiado Botánica....

En cuanto al diario "parece la historia de una mujer, Marguerite y su hija Lily, que llegaron a Sidney a finales de la década de 1880"

Paralelamente, conocemos la historia de la familia Trebithick, principalmente de Elizabeth, una muchacha de 25 años, enamorada de las plantas, que dibuja estupendamente y que va buscando nuevas especies que dibujar. Lo ha heredado de su padre, que ha viajado por todo el mundo para encontrar nuevas plantas que se puedan criar en Inglaterra para utilizar sus diferentes propiedades.

Nos situamos en Cornwall en 1886. En el libro lo llaman Cornualles todo el tiempo, que es su nombre en español, pero a mí me cuesta mucho porque es donde yo estudié inglés y siempre será Cornwall... No conozco el pueblo en el que está la mansión Trebithick Hall, pero sí conozco Truro y Bodmin lo que me ha hecho mucha ilusión (porque no conozco tantos sitios como para poder identificarlos en las novelas que leo).

En fin, que para hacerlo corto, Elizabeth se va con su doncella Daisy a Chile (a Valparaíso) a buscar la trompeta del diablo, una planta con propiedades maravillosas pero que es, a la vez, muy peligrosa. Su padre, antes de fallecer, se lo pidió en su lecho de muerte y la previno contra Damien Chegwidden, que es el malo de nuestra novela (y no revelo ninguna cosa sorprendente)

El viaje de estas chiquillas es increíble y su estancia en Chile, también... Por otro lado, Anna descubre que es tataranieta de Lily. Termina en Kew visitando a un taxonomista, Edwin Hammet-Jones, que puede ayudarla a descubrir quién era la autora del cuaderno.

Y, ya que ha viajado de Sidney al Reino Unido, aprovecha para bajar a Cornwall a visitar Trebithick Hall. Y Edwin se va con ella. "Es una región preciosa, tiene una magia especial. La costa es muy agreste y no la han echado a perder. Las playas son comparables incluso a las australianas...". A ver, las playas están bien, son muy bonitas y la costa es una maravilla, llena de acantilados... pero... para bañarse no está la costa. El agua está helada, pero helada y eso que dicen que es la zona con el mejor clima de Inglaterra (que no es mucho decir, la verdad)

Hay cosas chulas en la novela, es verdad. Es muy interesante ver cómo era la vida en Chile a finales del siglo XIX, la importancia de las mujeres en la "medicina" tradicional,...

Me encanta que habla en un momento dado de los "pasteles de carne de Cornwall". Eso tienen que ser las Cornish pasties, sin duda. Debe de ser de las pocas cosas ricas de la cocina inglesa, la verdad.

Por otro lado, hay una historia truculenta de Anna y su novio Simon, fallecido, que nos enteramos casi al final cómo y por qué falleció. Ahí se me escapa un poco por qué aparece cuando ya no es necesario y cómo afecta eso a Anna.

Bueno y soy una admiradora de Vanessa, la hermana de Anna. Es madre de 3 hijas, está casada con un marido "peculiar" pero me encanta porque, en sus propias palabras: "Yo ni siquiera soy capaz de mantener vivo un cactus. Se me busca por herbicidio en tres estados"... ¡Esa soy yo!

Cierro ya, que me entretengo, como siempre. Y cierro con una frase de Matisse que me ha gustado mucho: "Siempre hay flores para quienes quieren verlas".


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