viernes, 5 de mayo de 2017

A grandes males (César Pérez Gellida)

A ver, era de esperar: he leído las dos primeras partes de la trilogía y, claro, en cuanto apareció la tercera entrega... ¡ahí tenía que estar yo!

Y, claro, por supuesto, me ha encantado... Y, además, el prólogo es de Dolores Redondo...

Mi marido dice que es novela negra, muy negra, demasiado negra para lo que le gusta a él, pero a mí me encanta... me lo paso en grande.

Y esta es un poco especial porque gira más en torno a la Congregación de los Hombres Puros. Y a mí todo esto de las sociedades secretas... me gusta, qué le vamos a hacer.

No voy a contar, por supuesto, nada de lo que pasa porque hay que leerlo, pero voy a dejar lo que dice el propio libro y así estoy liberada de darle más vueltas a la trama: "Thriller donde la realidad y al ficción se confunden para sumergir al lector a una trama cargada de incógnitas cuyas respuestas se encontrarán entre los muros del edificio Barolo, un rascacielos levantado para albergar las cenixas de Dante Alighieri".

Ya está, con esto ya lo sabemos todo... Y lo podríamos dejar ahí pero.... ¡nos perderíamos tantas cosas!

Por un lado, una vez más, un libro tiene casi como hilo conductor La divina comedia. Y eso es una lata porque he de confesar que lo leí hace años y me pareció un tostón. Quizá lo leí cuando no era el momento pero, me dejó tan mal sabor de boca que no me atrevo a volver a leerlo (mis excusas Sr. Dante Alighieri...)

Aparecen en esta novela nuestros amigos Erika Lopategui, Ölafur Olafsson (¡mira que me gusta a mí ese hombre!), y por supuesto, Ramiro Sancho. Estaba yo ya muy preocupada porque hasta la página 122 no había leído eso de "Hay que joderse, Sanchito. Hay que rejoderse". En cuanto lo leí, ya me relajé y me sentí más como en casa...

Y hay personajes nuevos encantadores. Por ejemplo, "Buja", Alcides Edgardo Bujaleski. El nombrecito se las trae pero es que nació durante el Maracanzo, claro. A mí Alcides me sonaba, por Alcides Ghiggia, pero no sabía que el uruguayo era Alcides Edgardo, y no lo relacioné hasta que no se lo cuenta él a Erika.

Él y su amigo Telmo son una pareja para hacer una serie de televisión y emitirla en horario de máxima audiencia... Se pasan el día peleándose pero luego casi solo se tienen el uno al otro. Porque Buja había sido quien destapó que sabía cómo encontrar el Cartapacio de Minos... Una cosa llevó a la otra, a su hijo le mataron y ahora ha resurgido su afán de continuar la búsqueda con Erika.

Hay una frase de Telmo que me ha encantado: "Creés que sabés pero solo sabés lo que vos creés". Eso se nos puede aplicar a todos en muchas ocasiones...

Eso sí, es un experto dantista y sufre xantofobia, de manera que no puede ni siquiera subir escaleras que estén pintadas de amarillo... ¡lo que hace la cabeza!

He aprendido muchísimas cosas, muchas... Pero hay algo que me molesta mucho: "Todas esas sociedades secretas bebían de los antiguos manantiales de la Orden del Temple". Señores, que los templarios no eran una secta como nos quieren hacer creer. Hicieron cosas bien y otras mal pero eran gente de bien (yo he dicho muchas veces que de haber nacido hombre y en esa época, habría sido templario...). No me gusta que se asocien sociedades secretas que solo buscan el beneficio de sus integrantes aun a costa de los demás con los templarios... ¡no, señor!

Eso sí, le encuentro una peguita... En un momento dado están hablando de números "especiales" y aparecen el 22 y el 7. Nuestro amigo Buja dice que "22 entre 7 es la relación de la circunferencia con su diámetro y en la antigüedad el círculo era la figura perfecta". Sí, luego habla de π pero no es la relación entre 22 y 7 porque entonces π sería racional y no lo es... Y eso chirría un poquito. En fin, se lo perdonamos porque se lo perdono todo pero...

Hay muchas reflexiones que podríamos dejar en esta reseña pero no me quiero alargar demasiado porque podría seguir y seguir... Pero hay una de Confucio que me ha gustado mucho "La persona que persigue dos conejos no atrapa ninguno".

Y también hay una gran verdad: "Si quieres esconder algo, ponlo bien visible y a la altura de los ojos de quien no sabe mirar"

Me dejo muchas cosas interesantes pero así obligo a todo el mundo a leerlo... Porque cierro ya con una reflexión de Jaap Keergard, al que conocimos muy bien en la segunda entrega de la trilogía: "La realidad que nos rodea es única, pero cambia en función de cómo la interpreta cada uno".

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