viernes, 1 de noviembre de 2019

El final de Sancho Panza y otras suertes (Andrés Trapiello)

¡Entrada número 500! Tenía que hacer algo para celebrarlo pero ni siquiera me había dado cuenta de que estaba tan cerca hasta ahora mismo.

Eso sí, menos mal que me ha tocado con un libro estupendísimo... si me llega a tocar con uno de esos que son para olvidad, me habría enfadado mucho.

Lo primero que hay que decir es que al autor hay que leerlo, es una obligación. Es una maravilla cómo maneja el lenguaje. Además, adora El Quijote... y cuenta cómo lo leyó por primera vez. Yo también lo leí por primera vez cuando era muy cría en una edición que tengo con mucho cariño (aunque tengo alguna más) y me encantó leer la versión de Trapiello.

Lo que no sabía es que hay un libro anterior a este que estoy reseñando, Al morir don Quijote, que tendré que localizar para leer.

En este libro nos encontramos a Sancho, al bachiller Sansón Carrasco, a Antonia Quijana, la sobrina de don Quijote y al ama Quiteria, que se marchan a las Indias. Es toda una aventura, el viaje, la gente a la que se encuentran, cómo se enfrentan a las nuevas costumbres de América... un mundo nuevo...

Es una delicia leerlo, de veras...

Y me ha dejado muchas cosas para pensar. Por una parte, una reflexión sobre el pecado de vanidad: "...es, con el de la envidia, el más tonto de los pecados, pues a quien lo comete no le aprovecha, sino al contrario, ve cómo la impaciencia y el desasosiego le van royendo el corazón hasta acabar pudriéndoselo". Esto lo debería leer mucha gente, para interiorizarlo y cambiar de actitud...

Divertido lo que dice Sancho cuando le dicen que no parece él, que parece mucho más cuerdo y que utiliza menos el refranero: "Y para que vea en una muestra si soy o no el mismo, le digo que de casta le viene al galgo ser rabilargo y quien tiene arte va por toda parte, y más vale saber que haber, y sí es verdad que entonces era y ya no soy, pero tras un tiempo viene otro, y agradezco de vuestra merced tanto requiebro, pero no está ya el alcacer para zampoñas y cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces". Así... del tirón... ese es mi Sancho.

Esta vez sí que tengo reflexión para terminar. Y, claro, tiene que ser una reflexión de Sancho: "Sin saber quién soy, no podré saber nunca quién quiero ser. Con ser Sancho no me basta. Rían otros con él, que a mí me quedan muchas veras"

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